Bach no hay más que uno, por muchos hijos dedicados a la Música que tuviese.
No todos serán Bach o Liszt. Por supuesto que no, pero todos los niños tienen derecho a apreciar la obra musical de Bach, Liszt, Brahms, Bartók, Shostakovich o Messiaen. Uno de los objetivos de Acción Piano es crear un público preparado y con herramientas de juicio a la hora de escuchar una obra musical o el modo en que es interpretada.
Cuando decimos "herramientas de juicio", nos referimos también a herramientas musicales, no sólo a "me gusta", "no me gusta", como si se tratase de publicaciones en redes sociales. "Me gusta" es un magnífico comienzo pero, si ello estuviese apoyado por un conocimiento musical, con el paso del tiempo, el público estaría preparado para audiciones comparadas ("esta es mi versión favorita y te puedo dar las razones por las que lo es").
Qué maravilloso sería si los críticos musicales estuviesen obligados a fundamentar sus apreciaciones con términos musicales (es decir, desde un punto de vista musical), no sólo con anécdotas paramusicales como momentos de la vida del compositor o fechas de composición. Si siempre lo hiciesen, su crítica sería pedagógica y no sólo una crítica bienvenida, despreciada o temida.
Por otra parte, esta forma de pasar de puntillas por la gloria de la historia de la Música Clásica, en la que los niños aprenden que "Mozart era un niño prodigio", o "Bach tuvo muchos hijos" no sólo no la comprendemos ni compartimos sino que pensamos que hace un flaco favor a la hora de intentar compartir algo tan grande como lo que la Música proporciona al ser humano.
Estamos convencidos de que los niños tienen una capacidad asombrosa para escuchar y sentir a la vez. No dejan de sentir en ningún momento. Dar una clase de grupo reducido de niños de cuatro y cinco años que tienen la suerte de escuchar por primera vez La Consagración de la Primavera, es un privilegio para un profesor de Música. Sus caras de asombro, esa mezcla de terror y atracción, sus ojos abiertos, sus apreciaciones, sus comparaciones con aspectos de la vida que les son familiares....
Para los niños todo es emoción. Y Stravinsky, de emoción, sabe mucho. No dejamos de preguntarnos qué habría sucedido en Paris, el día del estreno de esta obra maestra, si el público hubiese sido infantil en lugar de adulto.
Sería maravilloso que todos los niños tuviesen acceso a la Música Clásica, pero para ello necesitaríamos que los adultos comprendiesen que el valor es inherente a ella misma.